A los periodistas, como a los lectores de la prensa, les gustan mucho las cifras. Ayudan a entender la magnitud de cualquier fenómeno y son llamativas, aunque a veces no están correctamente puestas en contexto o son manipuladas al antojo, como las cifras de las manifestaciones. Pero las cifras tienen dos cosas muy malas: nos anestesian poco a poco y crean personas “curadas de espanto”, que ya no se sorprenden de nada. Y por otra parte, parece que tienen poco que ver con nosotros. No nos dan pistas para intentar cambiar la realidad que nos describen. Así que he hoy me he dedicado a buscar algunas cifras que me parecen escandalosas, pero también tengo una propuesta. Ahí van:
1. Solo en Asia hay 642 millones de personas desnutridas. Fuente: FAO
2. En 2007, el gasto mundial en armamento fue de 1.399 billones de dólares. Fuente: Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo.
3. 1.100 millones de personas vivían en el mundo en el año 2000 con menos de un dólar al día. Fuente: Banco Mundial
4. 1.500 mujeres mueren al día al dar a luz. Las mujeres de los países en desarrollo tienen 300 veces más probabilidades. Fuente: Unicef
5. 3.000.000 euros pagan por tener un nicho encima del de Marilym. Fuente: Diario de Castilla La Mancha
6. 4,6 millones de euros gastó el ayuntamiento de Madrid en alumbrado navideño en 2008, que además libera miles de toneladas de CO2 a la atmósfera.
Un batiburrillo sin sentido. Solo me interesaba saber estas cosas y las he buscado… Puedes o no estar de acuerdo en que son aberrantes, pero ¿a qué es cierto que te dejan un poco sin saber qué hacer? Podrías colaborar con alguna ONG, hay muchas que te proporcionan una información exhaustiva de su actividad. Pero si no estás muy por la labor, puedes empezar por no poner luces de navidad este año, si es que alguna vez lo has hecho. Un belencito, un arbolito… pero, por favor, más luces no!!!
https://quieroentenderelmundo.wordpress.com/
No te quito la razón, hermana, pero cuando leemos esas cifras que nos dan una idea de lo mal repartido que está el mundo pensamos lo irracionales que son los bancos, los gobiernos,las empresas…
Y si consultamos internet o las hemerotecas podremos encontrar unas cuantas “cifras de la desigualdad” más. Lo más triste es que nunca se nos ocurre buscar esas cifras entre nuestras propias cuentas. Por ejemplo:
Con lo que me gasto en tabaco -o tú- podría alimentar a varias familias de Zaire o La India durante más de un año.
La ropa que llevo puesta ahora -o tú- cuesta lo que costaría el mantenimiento médico básico de un niño del Tercer Mundo hasta su mayoría de edad. vacunas, revisiones…
Con lo que me he gastado en el coche podría haberse construído una escuela en Afganistán.
Mis últimas vacaciones podrían haber financiado proyectos de infraestructura básicos allí donde no existan: agua corriente. enegía eléctrica…
Desde luego que el Mundo está muy mal repartido, pero es muy triste que esos datos que has citado podrías haberlos recibido através de tu plasma de 41 pulgadas o la radio de tu BMW y no te sientas un poco culpable también.
tú ya sabes que yo también vivo como un coronel. Desde luego, que quitando a Vicente Ferrer y la Madre Teresa todos los demás somos unos egoistas insolidarios.
toda la razón del mundo tienes. Tan hipócrita como te sueno a ti me sueno a mi misma y por eso, como me siento a veces culpable, me dedico al menos a escribir, que me lleva tiempo, esfuerzo y me hace pensar que lo que me gasto en una cena se podrían hacer muchas otras cosas más útiles y solidarias…
Pero hay que ser realistas, y pocos estaríamos (estarían) dispuestos a luchar por mejorar el mundo si eso significara empeorar sus vidas (signifique eso lo que quiera que signifique) . Por eso creo que a las personas del primer mundo hay que empezar por pedirnos comprensión, que sepamos lo que pasa en realidad. Y después pedir pequeños cambios de mentalidad o de comportamiento, como no dejar las luces encendidas o los grifos abiertos, o como colaborar con una ONG o ayudar a la persona que tienes al lado. Quiero decir que es mucho más práctico y más eficaz tratar de que todos nos quitemos el chocolate del loro o ayudemos al vecino a pedirnos que dejemos nuestro modelo consumista, de vestir a la última o de lo que le guste a cada cuál.
En la captación de fondos en ONG se usa siempre esa máxima: cuanto menor esfuerzo le cueste a la persona a la que le estás pidiendo (en tiempo, en molestias, en coste psicológico, etc.) más probabilidades de éxito.
Le voy a llamar a esto idealismo realista